domingo, 24 de abril de 2011

Abel Fleury, el poeta de la guitarra

"Pájaro nochero, volcador de pasiones auténticas, ahonda la llaga de la emoción a través del embrujo de sus dedos. Siembra a voleo la semilla musical de sus canciones, dialoga con los arroyos, con los árboles. Se aleja solo, infinito de distancia en la noche sonora de la pampa.
Apareció ante un escuadrón maravilloso de guitarras y fue asombrando los rumbos con los clarinazos de sus bordonas.
Abel Fleury no es un guitarrista más, es la guitarra toda por donde se asoma el alma de la patria."

Las palabras que el poeta uruguayo Yamandú Rodríguez dedicara a nuestro protagonista describen sutil pero certeramente los rasgos de su prolífica existencia. Abel Fleury fue, en cierta forma, el inventor de la identidad guitarrística argentina. Precursor y principal responsable de la consolidación de un lenguaje en el que conviven los elementos de la técnica clásica con la música folclórica de su país, principalmente los pertenecientes a la Provincia de Buenos Aires y su área de influencia. Unánimemente reconocido por las posteriores generaciones de músicos argentinos como el creador de una estética nacionalista que tuvo continuidad en artistas más reconocidos como Eduardo Falú o Héctor Ayala, ambos de trascendencia internacional.
La historia musical de la Argentina ha sometido injustamente al olvido la figura de Abel Fleury, su obra es apenas conocida por unos pocos entendidos y superficialmente por los músicos en general. El violero ha querido, a más de cien años de su nacimiento, rendir homenaje a este gigante de las seis cuerdas, inspirado compositor y eximio ser humano al que el mundo de la guitarra le debe tanto como a figuras de la talla de Francisco Tárrega, Fernando Sor, Agustín Barrios o Heitor Villa-LobosRecopilado por Manuel Álvarez Ugarte

Abel Fleury, guitarrista, compositor y aficionado ajedrecista nació en Dolores, Provincia de Buenos Aires, el 5 de Abril de 1903. De familia humilde, su vocación musical comenzó a manifestarse a los once años, de hecho, las primeras nociones sobre el instrumento las recibió de su madre, Doña Juana Peón, de profesión planchadora, que fue quien puso la primera guitarra en sus manos. Sin embargo, fueron las propias inquietudes del joven Fleury las que lo empujaron a relacionarse con músicos populares de su pueblo. Entre ellos, Froilán Rojas, Orlando Urruspuru (guitarrista del célebre cantor de tangos Agustín Magaldi) y Pascual Galeano le transmitieron algo de su personal escuela guitarrística. Poco tiempo después ingresó en el Conservatorio Roig-Siccardi, donde tomó clases de solfeo y teoría musical con Alejandro Roig y de armonía y contrapunto con Honorio Siccardi. A tocar la guitarra aprendió solo, observando, preguntando y escuchando música. Ya en su temprana adolescencia daba lecciones de guitarra a algunos vecinos de Dolores y formaba pequeños conjuntos musicales con sus amigos del barrio; con ellos salía a dar serenatas y a realizar actuaciones en público. Uno de sus primeros conjuntos lo formó junto a dos de sus compañeros de la Escuela de Artes y Oficios: Paul Albuquerque (guitarrista) y Carlos Toussaint (cantante). Con este trío hizo sus primeras presentaciones en la zona.

Tras cumplir los veinte años abandonó Dolores y se estableció en Mar del Plata. Allí, en los años 1926 y 1927 organizó, junto a un grupo de amigos y algunos alumnos aventajados, las Fiestas de la Guitarra. Pero Fleury, pájaro inquieto, volaba de un sitio a otro en busca de nuevas experiencias. Así fue como en 1928 su espíritu itinerante lo condujo a la ciudad de Tres Arroyos, lugar en el que residió durante 8 meses y donde tuvo la oportunidad de conocer al concertista español Andrés Segovia, quien al escucharlo tocar tuvo elogiosos comentarios para con su arte. El reconocido intérprete dijo a Fleury: “Reúne usted facultades que realmente son difíciles de encontrar entre los guitarristas. Especialmente obtiene gran volumen y pureza en las notas, que es lo indispensable para ejecutar en las grandes salas (...)” (Diario La Provincia, Tres Arroyos, 3/8/28).

En 1930 se radica en Tandil durante tres años, donde continúa ofreciendo clases particulares y dirigiendo las ya consagradas Fiestas de la Guitarra. Paralelamente actúa como solista e integrando conjuntos con sus alumnos en el Teatro Cervantes de esta localidad. En una oportunidad compartió escenario con el talentoso maestro español Francisco Calleja, de trascendencia internacional.

Fernando Ochoa, Martha de los Ríos, Abel Fleury y
Argentino Valle
1933 es el año en el que se establece definitivamente en Buenos Aires. Antes de partir, su amigo, el poeta Lauro Viana le entregó una carta para el actor y recitador criollo Fernando Ochoa. El propio Fleury comentaría años después: “Cuando pisé Buenos Aires traía una carta y una guitarra. Valía más la carta que la guitarra (...)”. (Revista Radiolandia, octubre de 1937). Su texto decía: “Querido Fernando, aquí va este amigo. Lleva una guitarra ecuménica que se envalentona con acordes de Beethoven, es un galope de aguas claras con Bach, recuerda las nieblas de Grieg o se emponcha de tristeza como de gauchos en un estilo criollo. Una guitarra que de tanto empinarse al cielo tiene una estrella en el rosetón de cada clavija”. Ochoa escuchó emocionado la guitarra de Fleury y a partir entonces la incorporó a sus audiciones radiales para hacer el fondo musical a sus recitados. Fleury interpretaba algunos temas individualmente y además actuaba con sus Escuadrones de Guitarras, creados y dirigidos por él mismo. Estos conjuntos de guitarras contaban entre doce y quince intérpretes. Por sus filas pasaron nombres destacados como Roberto Grela, Héctor Ayala y Ubaldo de Lío entre otros. Con ellos, además de las actuaciones radiales, se presentaban en teatros y realizaban algunas giras por el interior del país. 

Afiche de la obra de teatro
"Joven viuda y estanciera",
de Claudio Martínez Payva 
También participaba en los finales de fiesta de las obras teatrales de Claudio Martínez Payva: "Joven, Viuda y Estanciera", "Ya tiene comisario el pueblo", etc. Estas obras teatrales luego fueron llevadas al cine, donde también participó Fleury con sus Escuadrones de Guitarras. En la misma época intervino en audiciones radiales compartidas con el poeta uruguayo Yamandú Rodríguez y su compatriota, el actor Santiago Arrieta. En declaraciones de diciembre de 1955 al periódico El Atlántico de Bahía Blanca, Fleury contó cómo en 1939 llegó a presentar en el Teatro Colón de Buenos Aires un conjunto de cien guitarras. También fue en la década del 30 cuando conoció en Buenos Aires, en una reunión íntima, al famoso poeta español Federico García Lorca, quien tras escucharlo tocar le expresó: "Chico, tú no eres de América, eres del mundo".

El amor por la música y los libros corría parejo con otra pasión: el ajedrez. Su afición a este juego lo llevó en 1945 a participar en San Carlos de Bariloche de una partida simultánea donde resultó ganador; en la misma intervino el entonces campeón nacional Jacobo Bolbochán. Entre 1947 y 1948 inicia sus giras por el continente americano: en Chile, ofreciendo conciertos en las ciudades de Santiago, Viña del Mar, Valparaíso y Temuco. En Brasil, país que recorre en casi toda su extensión hasta llegar a las proximidades del Matto Grosso, donde actuó en forma permanente durante los últimos diez años de su vida, y por último, en Uruguay.

Fue a fines de noviembre de 1952 cuando viajó a Europa iniciando una gira que abarcó España, Francia y parte de Bélgica. En España realizó, con el auspicio del Instituto de Cultura Hispánica, una serie de conciertos que abarcaron Madrid, Granada, Sevilla, Huelva, Zaragoza y Barcelona. También allí tomó contacto con grandes figuras del arte guitarrístico español: Daniel Fortea, uno de los discípulos más destacados del inmortal Francisco Tárrega y Regino Sainz de la Maza. Este último, al finalizar el guitarrista argentino su actuación, se acercó a saludarlo, luego le pidió el instrumento, lo pulsó un instante y al rato se lo devolvió exclamando ¡Esta guitarra está embrujada!. Su expresión se debía a que la guitarra de Fleury tenía la primera cuerda muy al borde del diapasón, y al pulsarla se deslizaba fuera del mismo impidiendo ejecutarla cómodamente. Recogió aplausos y elogios. El musicólogo y crítico de arte López Chávarri, en el diario Las Provincias de Valencia sostuvo: "Su concierto fue una maravillosa lección de estilo. Sugerencias maravillosas nacían de su guitarra que, en sus manos, vuelve a ser el instrumento misterioso que apenas si desde el gran Tárrega nos es dado oír (...)". Termina el comentario: "Sí, un gran maestro, un gran emotivo, un gran artista este Abel Fleury que recibe las entusiastas ovaciones con una sonrisa de colegial, carente de todo orgullo y de toda afectación". "Porque como todos los grandes maestros del hispano instrumento, Abel Fleury es un franciscano de la guitarra (...)" (Diario Las Provincias, Valencia, 19/02/53).

Al repertorio de sus conciertos, además de autores nacionales y clásicos, agregó temas de compositores americanos, convirtiéndose en uno de los primeros difusores de la música latinoamericana para guitarra por el mundo. En los programas de sus conciertos incluía obras de Heitor Villa-Lobos, Dilermando Reis, Agustín Barrios, Eduardo FaviniManuel Ponce, Jorge Gómez Crespo, Juan de Dios Filiberto y Sebastián Piana, como así también de compositores como J. S. Bach (del que interpretaba La Chacona), Napoleón Coste, Francisco Tárrega, Fernando Sor, W. A. Mozart, Beethoven o Haendel, entre otros.

En 1953 regresó a la Argentina y continuó ofreciendo conciertos en su país, Uruguay y Brasil, hasta que el 9 de Agosto de 1958, a los 55 años de edad, se apagó para siempre la antorcha musical de su guitarra misteriosa. A más de medio siglo de su desaparición física, la música de Abel Fleury, sin publicidad alguna, se sigue transmitiendo silenciosamente a las nuevas generaciones, venciendo al tiempo y al olvido. Su partida definitiva al silencio inspiró en el poeta Pedro Boloqui las siguientes palabras:

Ha muerto más la armonía,
lograda en su arte nativo,
mantiene su nombre vivo,
como un farol en la huella,
nunca el olvido hará mella,
para arrancarlo de aquí.
Y, si dejó tras de sí
tiernos corajes vibrando,
en ellos sigue flotando
el alma de Abel Fleury

Información complementaria de interés

El compositor
Desde temprana edad mostró una gran sensibilidad y especial talento componiendo temas que reflejan con emoción y veracidad el espíritu y los paisajes de la provincia de Buenos Aires. Estilo Pampeano, una de sus obras cumbres, figura desde hace más de tres décadas como pieza obligatoria en la escuela musical de Tomsk (Siberia, Rusia). Fleury nunca estuvo en ese país, probablemente ni hubiera imaginado que su música alcanzara horizontes tan lejanos. Una vez al año, guitarristas rusos le rinden un homenaje en esa localidad siberiana, donde interpretan de 15 a 17 obras de su inspiración.

Las editoriales argentinas Ricordi y Lagos, ambas absorbidas por la multinacional Warner Chapell, publicaron integralmente su obra para guitarra. Los títulos actualmente disponibles son: 

A flor de llanto (milonga)
Ausencia (milonga)
Cantar de mi pago (estilo)
Cifra y sobretarde (triste)
Chamamé (baile popular correntino)
De clavel en la oreja (milonga)
Milongueo del ayer (milonga porteña), para una y dos guitarras
El cuándo (danza popular)
El desvelao (gato)
La firmeza (danza tradicional argentina)
El tostao (estilo)
Estilo pampeano (estilo)
Guaymallén (cueca)
La cimarrona (ranchera)
Lejanía (estilo popular)
Mudanzas (malambo)
Pago largo (variaciones sobre la huella)
Pájaros en el monte (pericón)
Real de guitarreros (floreos de milonga)
Relato (preludio criollo)
Te vas milonga (milonga porteña)
Tonada
Trinos y alas (chacarera)
Vidalita
Fortín Kakel (milonga)
Pico blanco (chamarrita-milonga)
Para Abel Eduardo (vidalita)
El codiciado (triunfo)
De sobrepaso (milonga)
Dos canciones criollas: Alma en pena y Cimbronazo

Composiciones para canto
Además de la música para guitarra, Fleury compuso las canciones Camino del recuerdo y Cruzando tu olvido, ambas con letra de Lauro Viana. Con este autor también compuso Pico Blanco Brindis de Sangre. Junto a José R. Suarez: Tango Criollo y, con letra de Claudio Martínez Payva, la canción criolla Alma en pena.


Contraportada del LP "Guitarras en el tiempo"
Grabaciones
Dejó pocas placas grabadas, no llegan a 10 discos de 78 r.p.m. posteriormente regrabados en vinilo. Unos figuran en un larga duración denominado Guitarras en el Tiempo, que contiene de un lado grabaciones de Atahualpa Yupanqui y del otro de Abel Fleury.
Existe otro larga duración: Queridos ausentes del folklore, con grabaciones de distintas figuras del género, entre ellas dos temas interpretados por Fleury: Relato (preludio criollo) de su autoría y Clavel del aire (canción porteña) de Juan de Dios Filiberto.

Bibliografía consultada
"Abel Fleury, El poeta de la Guitarra". Fascículo de Héctor García Martínez, con fotografías de época, comentarios y programas de actuaciones.
"Abel Fleury". Biografía de Gaspar Astarita, con comentarios y fotografías de época.

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