miércoles, 18 de mayo de 2011

Entrevista a Jerónimo Maya (2006)

Foto: Keiko Higashi
De niño prodigio a artista con voz propia, el crecimiento y desarrollo de uno de los guitarristas más brillantes que ha dado la nueva generación de músicos flamencos centró nuestra atención en un cara a cara donde repasamos los más importantes momentos de su carrera profesional. Por Manuel Álvarez Ugarte

Son las 20:30 de un viernes de invierno y en la esquina donde estábamos citados Jerónimo llega, guitarra al hombro, directamente desde un ensayo. El gesto amable, el semblante tranquilo, sin darme tiempo a que me presente se acerca a mi porque, curiosas y fortuitas coincidencias, también llevo una guitarra al hombro. Me reconoce, nos saludamos y mientras aguardamos la llegada de Javier Primo y Keiko Higashi, responsables del sello discográfico y la revista Alma 100, las principales plataformas publicitarias de Jerónimo, comienza una espontánea y animada conversación entre nosotros que, paradójicamente, se inicia con una pregunta del entrevistado al entrevistador: -Tocas la guitarra? -Bueno, lo intento. –Todos lo intentamos, no? Repone un Jerónimo Maya exultante, todavía muy joven pese a la enorme historia que pesa sobre sus espaldas. A los siete años se presentó en público por primera vez, a los doce actuó junto a Paco de Lucía, Sabicas y Enrique Morente en el Carnegie Hall. Desde entonces y hasta la fecha, su carrera en solitario, jalonada por esporádicas colaboraciones con diversas figuras del cante jondo, ha dado mucho que hablar. En numerosas ocasiones, diversos medios de comunicación, obstinados en el intento de comprender el porque de ciertos mitos, se refirieron a la pureza de su sangre gitana como una de las claves de su arte ancestral. Pero Jerónimo, hombre de su tiempo, ha aprendido a moverse con cautela en ciertos territorios y no duda, si de estos temas se trata, en ponerse serio. –Yo creo que en los tiempos en que vivimos deberíamos hablar ya de otras cosas. Qué tonterías son ésas de si los gitanos entendemos o no mejor el flamenco? Míralo a Paco (de Lucía), a Manolo Sanlucar y como ellos a tantos otros. Se atrevería a decir alguien que ellos no entienden bien el flamenco? La música es de todos, no tiene razas.  

Tienes 28 años y 21 de una carrera profesional que te ha visto pisar los más prestigiosos escenarios del mundo en solitario o junto a los más destacados artistas flamencos. Cómo se asimila esto siendo tan joven?
Tengo la suerte de pertenecer a una familia que lleva dedicándose al flamenco cerca de 80 años. Soy descendiente directo de Ramón Montoya y en la línea familiar se cuentan numerosos nombres de grandes artistas. Te digo esto porque en realidad nunca me he detenido a pensar en cómo asimilar tal o cual aspecto de mi actividad como músico, que por suerte es bastante exitosa desde hace algún tiempo. Debo decir, eso si, que aunque comencé siendo muy pequeño, la tutela de mi padre me mantuvo los pies en la tierra en todo momento. Aunque siempre estuvo estimulándome, también procuró que no se me subieran los humos a la cabeza. Algo que, como comprenderás, en un niño de siete años que salía tocando por la tele era bastante fácil que ocurriera. Recuerdo que muchas veces, después de una actuación en televisión, mi padre me llevaba a casa, ponía la cinta y me la hacía ver, él y yo solos, buscando ser crítico aunque siempre desde un enfoque constructivo: -Mira esto, está bien pero lo podrías mejorar, cuidado aquí o allí, etc. La verdad es que aunque muchos se han empeñado en catalogarme como niño prodigio, yo pienso que los niños prodigio no existen. Yo fui un niño que en vez de jugar con la peonza tocaba la guitarra, claro que después, cuando tiraba la peonza lo hacía de pena, pero bueno, oye… que cada uno tiene su historia, no? Lo que pasa es que hay, al mismo tiempo, cosas que difícilmente un niño olvide. Yo tuve la suerte de compartir escenarios con Paco de Lucía, Sabicas y Morente con apenas doce años, y esos momentos quedan inevitablemente grabados a fuego en tu memoria. Porque aunque seas un niño comprendes que lo que te está pasando no es cosa de todos los días.

En varias entrevistas he notado que diversos periodistas hacen hincapié en la pureza de tu sangre o el legado de tus mayores como refiriéndose a ese tópico tantas veces oído de “le viene de casta”. Qué parte de todo este arte tan tuyo crees que se materializa a través de esa vía sanguínea y cuánto es mérito o consecuencia de tu esfuerzo e inquietudes?
Pienso que la sangre tiene que ver aunque no es lo verdaderamente importante. La conclusión es que somos uno mismo. Tú puedes pertenecer a una saga de artistas, lo que sin duda es bueno porque existe toda una predisposición para aquello que te propongas hacer y sin embargo que no pase nada interesante con tu propuesta. Quiero decir, parafraseándote, que sin esfuerzo e inquietudes no se va muy lejos.

Tu primera placa, Jerónimo, llega después de más de veinte años rodando ideas en los escenarios. Por qué en ese momento y no antes?
Creo que las cosas llegan cuanto tienen que llegar, ni antes ni después. En el caso de mi disco, las ideas estuvieron rondando mi cabeza muchos años y la preocupación por tener que plasmarlas según los dictámenes o el criterio comercial de una compañía discográfica aumentaba cada día, porque suponía que tendría que negociar, transigir en ciento sentido, sacrificando parte de lo que yo tenía claro debía ser de una forma y no de cualquier otra. Estando en Barcelona tuve una corazonada: de pronto sentí que era el momento de comenzar con todo esto, no me preguntes por qué, lo sentí. Yo suelo dejarme guiar por las corazonadas. El caso es que enseguida lo llamé a Javier Primo, de Alma 100 Música, y le propuse que lo editemos. Yo sabía que con ellos podía hacer el disco a mi manera porque tenía toda su confianza.

Qué cosas te gratifican del disco y cuáles crees, si así fuera, quedaron en el tintero?
Hombre, en el tintero siempre se te quedan cosas… y menos mal que es así. Mira, por lo general cuando decides grabar algo, al menos así lo veo yo, es porque otras ideas te están ya empujando. El registro es el último paso de un proceso que, como bien sabes, empieza mucho tiempo antes. Por lo tanto, grabas cosas que llevan contigo años y que hasta consideras viejas, por eso nos cuesta tanto escuchar el llamado “disco nuevo”; nos cuesta porque para nosotros cuando sale ya es viejo, ya estamos con la cabeza en otra parte.
Pienso que nadie está completamente satisfecho con el trabajo propio y, naturalmente, yo no soy una excepción. Personalmente, prefiero eso porque creo que constituye toda una actitud autocrítica. Si así no fuera, no seríamos capaces de aprender a hacer mejor las cosas.

Dinos en pocas palabras lo que te dicen estos nombres:

Ramón Montoya
Origen
Sabicas
Proyección
Niño Ricardo
Flamenco
Paco de Lucía
Origen, proyección y flamenco
Enrique Morente
Personalidad
José Antonio Galicia
Entrañable, inolvidable
Felipe Maya
Jerónimo Maya
Camarón
Inmensidad
Ricardo Losada “El Yunque”
Escuela

Un jovencísimo Jerónimo en los camerinos del Carnegie
Hall junto a Paco de Lucía, Sabicas y Enrique Morente 
A propósito de escuelas, crees que hay detrás de la creada por Paco de Lucía una generación de guitarristas que busca diferenciarse?
Creo que no existe el diferenciarse, existe el encontrarse. Pienso que hay cuatro puntos bien claros: para tocar la guitarra flamenca necesitas beber de Ramón Montoya, de Don Agustín Castellón “Sabicas”, del Niño Ricardo y de Paco. Esos son mis guitarristas, después están los que llamo “mis tocaores”, que son Morao, Diego del Gastor, Melchor de Marchena o Felipe Maya por ejemplo. En mi opinión lo que de verdad importa, una vez asimilado lo esencial del arte flamenco, es trabajar en el desarrollo de tu personalidad, y ahí es donde la actitud abierta hacia otras músicas es esencial. Yo disfruto mucho escuchando músicas que sin tener en principio nada que ver con el flamenco me golpean en lo más hondo. Me pasó cuando escuché a Charlie Mingus o Django Reinhardt ¡dios mío! Me llegaron como Camarón o Sabicas. Yo lo que intento, al igual que tantos otros guitarristas flamencos, es condensar estas emociones, no sus músicas, en mi propuesta, llamarías a eso diferenciarse?

Más bien búsqueda…

Pues eso.

A diferencia de la gran mayoría de guitarristas flamencos, en tu formación confluyen las enseñanzas familiares con una sólida formación en el Conservatorio de Música de Madrid. Qué te enseño a amar esta institución, qué queda en tu música de la experiencia académica?
La música tiene la virtud de ser muy camaleónica. Siempre podrás transformar algo que pertenezca a una época y un género completamente diferente al propio, en un elemento de interés para tu música si sabes cómo utilizarlo. Creo que hay un punto en el que la música no es clásica, ni flamenca, ni jazz. La música es corazón que late y se mueve por sentimientos. La verdad es que de mi experiencia en el conservatorio, aunque ciertas cosas pudieran haber resultado algo menos entretenidas en comparación con mi otra escuela, todas me han servido para tener una visión más amplia de la naturaleza de los fenómenos musicales y artísticos.

Tienes una rutina de trabajo para el mantenimiento de la técnica instrumental?
En un momento, cuando era niño, la tuve más que ahora. En la actualidad sigo trabajando mucho pero siempre procurando que ese esfuerzo sea compatible con mi vida familiar y social. De todas formas, hay cosas que aprendí a respetar. Por ejemplo: antes de cada concierto hago sistemáticamente los ejercicios que en su día me puso mi padre, que a propósito, me ponen las manos de la mejor forma. Después, creo que la clave está en pasar el mayor tiempo con la guitarra pero siempre disfrutándola; sacrificarse y sufrir como consecuencia del estudio no creo que a nadie le sirva para ser mejor guitarrista.

Qué cosas crees son las verdaderamente importantes en un buen instrumento para tocar flamenco?
Lo primero, creo, que te guste. La verdad es que yo no soy muy pesado con el instrumento, me interesa que sea cómodo y que responda bien. Si es para acompañar al cante me gustan las blancas, las de ciprés, pero si es para tocar solo prefiero las negras. Yo tengo una guitarra de Domingo Esteso que me regaló Félix de Utrera cuando era niño y es con la que toco desde entonces. Es de palosanto de India y me encanta porque suena en el estilo de la del tío Sabas.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Prueba de guitarra Arcadio Marín “Flamenca negra”

Arcadio Marín en directo con una de sus bellas creaciones,
en este caso, una flamenca de ciprés y pino abeto
La nueva generación de guitarreros madrileños da un paso adelante. Por Manuel Álvarez Ugarte 


Arcadio Marín Dalmau
Nacido en 1967 en Montreal, Canadá, de padres españoles, a los 7 años comienza a estudiar la guitarra clásica, primero en escuelas privadas y luego en el conservatorio de la ciudad. Más tarde, cuando entra en contacto con en el ambiente flamenco de Montreal, se centra en esta música de manera autodidacta y a los 16 años forma parte del cuadro flamenco del "tablao" Chateau Madrid, comenzando una trayectoria profesional como solista y acompañando al baile y al cante. A los 21 años es contratado por la Maria Benítez Spanish Dance Company, con la cual tuvo oportunidad de trabajar durante seis años por todo el continente americano. A principios de los años noventa funda la compañía de baile Noche Flamenca, con base en Nueva York, integrada por artistas españoles y que aún hoy continúa una exitosa trayectoria por todo el mundo.
En 1995 decide instalarse en Madrid continuando su carrera al lado de artistas como Belén Maya, Rafaela Carrasco, Joaquín Ruiz, José Antonio Galicia y Lola Greco entre otros. También colabora en grabaciones para Luis Eduardo Aute y Radio Tarifa. En Junio de 2002, una de sus composiciones gana el Premio a la mejor música original en el XI Certamen de Coreografía de Danza Española y Flamenco. En el 2000, cansado ya de viajar, decide practicar una afición que desde pequeño tiene con la madera y se dedica a confeccionar muebles artesanos hasta que en el verano de 2003 conoce a Arturo Sanzano, quien le enseña las técnicas de construcción de las guitarras clásica y flamenca.
Actualmente Arcadio construye guitarras en su taller, da conciertos con el contrabajista Luis Escribano, el trío Cuentas de Marfil y, ocasionalmente, actúa como guitarrista acompañante, especialmente con el bailaor Joaquín Ruiz y el cantaor Rafael Jiménez “Falo”.

Construcción, tacto y sonido
La tercera, es la vencida? Me lo pregunto, a propósito de verme sentado escribiendo sobre el trabajo de este artista con mayúsculas de la guitarrería madrileña por tercera vez y, claro está, me respondo: ojalá que no. Sí, así como lo lees. En dos ocasiones ya, esta pluma se pronunció respecto de la deliciosa obra de Arcadio Marín con sendos artículos sobre el modelo "Clásica” y la flamenca, reproducción de Marcelo Barbero 1953, con clavijero de madera.
Hoy, una tremenda guitarra de concierto para flamenco, también conocidas como “negras” por estar la caja de resonancia confeccionada con palosanto, nos llena de alegría el alma mientras la sentimos vibrar contra nuestro pecho. Se nos sale el corazón…
Y no es para menos: la producción de este joven luthier, recién cumplida su primera década como artesano en la materia, se afianza cada día más. Y no sólo se evidencia en la primorosa factura de sus instrumentos, cada día más bellos y mejor terminados, es especialmente en materia sonora donde Arcadio saca una rotunda matricula de honor.
El modelo Flamenca negra es una tradicional guitarra con varetaje en abanico al estilo Torres, como las de toda la vida. Parece mentira que algo tan visto suene sin embargo tan novedoso. El timbre: cálido y redondo; la afinación: fantástica, no se encuentran lobos ni problemas de octavado en todo su registro; el tacto: baja acción en un mástil ancho que resulta ideal para vibrar sin riesgo de sacar la primera cuerda fuera del trastero; ceceos? Ninguno, oiga, ninguno, y eso que la piso fuerte... Sin embargo, me tomo la libertad de poner un punto y aparte para hablar de su capacidad emisora.
Dueña de un caudal sonoro francamente bueno, resulta muy apropiada para ejecutar en salas sin amplificación, incluso si la pulsación no es, como en mi caso, la de un guitarrista flamenco, con el característico peso y su consecuente volumen. Admite con excelentes resultados toda una indagación en los matices y el territorio de las dinámicas sin que el color del timbre se vea afectado ni disminuido.
Como colofón, a lo comentado respecto de su estética, he de añadir que, a diferencia de otros modelos anteriormente probados, desde hace un tiempo Arcadio ha decidido barnizar sus guitarras exclusivamente con goma laca a muñequilla, lo que añade un plus de calidez al conjunto tanto en el plano estético como en el sonoro. 
 
Conclusión
Un reencuentro feliz, como ésos en los que uno redescubre a un amigo que hace mucho no ve y comprende lo bueno que es y lo feliz que fueron en otro tiempo. Así nos quedamos, con la sonrisa en los labios y, al mismo tiempo, con la certeza de que tras todo reencuentro hay, inexorablemente, una despedida. Hasta la próxima, Arcadio. Y gracias. Nuestra opinión: excelente.

Foto: Luis Covaleda
Características
Arcadio Marín “Flamenca negra”

Precio: € 3.000
Origen: Madrid, España
Tapa: pino abeto
Aros y fondo: palosanto de India
Tiro: 660 mm
Mástil: cedro de Honduras
Diapasón: ébano
Trastes: alpaca
Clavijero: Gotoh
Acabado: goma laca a muñequilla
Contacto: (+34) 91 517 6907 / E-mail