sábado, 3 de diciembre de 2011

Entrevista a Javier Limón (2005)

Javier Limón
Escribí esta entrevista en la primavera de 2005 cuando el nombre de Javier comenzaba a estar en boca de muchos. Hoy, siete años después, con una ingente cantidad de excelentes nuevas producciones a sus espaldas, un programa propio en la televisión pública, Entre2Aguas, ocho premios Grammy y una plaza como profesor invitado en la prestigiosa Berklee College of Music de Boston, recuerdo aquél encuentro en su entrañable estudio de grabación del madrileño barrio de Lucero, donde por primera vez tuve la sensación de que algún día, las palabras que a continuación siguen servirían para testimoniar el inicio de uno de los pocos mitos de la producción musical en España. Por Manuel Álvarez Ugarte

Agazapado a la sombra de fenómenos como el de Bebo y Cigala, Paco de Lucía, EnriqueEstrella Morente, Luz Casal, Concha Buika, Carmen Linares, Ana Belén o Rosa Passos se esconde Javier Limón, buque insignia y bastión del flamenco más actual en materia de producción. Con motivo de la fundación de su propio sello discográfico Casa Limón y el lanzamiento de su primer producto, el disco Limón, conversamos con quien, según sus propias palabras, trabaja por situar al flamenco en el centro de atención de las músicas del mundo. 

Define la labor del productor musical
El productor musical es al disco lo que el director de cine a una película. En la música tenemos un guión, que es la composición, y unos actores, que son los músicos. El productor tiene que conseguir que ese guión sea interpretado por los actores de la mejor manera posible. En el medio hay un sinnúmero de decisiones que, desde la forma de grabar, cómo poner un micro, trabajar con los músicos en la estructura del tema, la elección de tal o cual músico, la velocidad de ejecución, qué toma es la buena y así un largo etcétera, corren por tu cuenta. Digamos que es necesario saber mucho de muchas cosas para tomar las mejores decisiones. En esencia producir es eso: tomar decisiones.

Qué cosas ve el productor que el artista no vea?
Eso depende del artista. Hay algunos que lo ven todo y otros que sólo ven una parte. Podríamos decir que depende mucho de la formación que tenga. Por ejemplo: hay artistas que no son músicos, son sólo cantantes y lo que tienen son intuiciones, te dicen: “esto me suena mal” o “está muy rápido” porque no tienen suficiente información incorporada como para identificar el problema. Ahí es donde interviene el productor, que no sólo ve que la guitarra puede estar desafinada o que el acorde no es el apropiado, también entiende que lo que puede estar ocurriendo es que esté tocándose todo muy rápido, o muy lento, o demasiado fuerte, en fin, dependiendo del artista a veces vemos mucho o no necesitamos ver nada. También es cierto que cuando un artista entra en la cabina de grabación ingresa en otro mundo, su propio mundo. Allí dentro lo prioritario es retratar tan bien como se pueda su música. Por tanto, no puede ni debe estar pendiente de ciertas cosas: si afuera suena bien, si el micro está bien puesto etcétera. Para eso estamos nosotros. De todas formas, cada grabación es un mundo, por ejemplo: con Enrique Morente estuve dos años estupendos grabando, lo pasamos en grande. Con Jerry González fue diferente, cuando le pregunté cuántos días de estudio quería que le reservara para hacer el disco me dijo: “coge dos días por las dudas” (risas). Así que como ves, el rango es enorme.


Imagino que en numerosas oportunidades algunas de tus ideas o sugerencias de productor habrán chocado con los conceptos que los propios músicos traen desarrollados y trabajados para una grabación. Cómo es ese pulso, gana siempre el productor o hay consenso?
Mira, la verdad es que cuando comencé en esto era muy rígido. Con el tiempo –debo llevar hechos unos cincuenta discos en los últimos cuatro años- me he ido dando cuenta de que lo más importante de todo es que el artista, al acabar el trabajo, se sienta muy orgulloso de lo que hizo. O sea, que si hay una decisión que tomar que no sea técnica, prefiero que la tome el artista. En definitiva, el nombre y la foto que aparecen luego en el disco son las suyas. En cuanto al choque que mencionas pudiera tener lugar entre músicos y productor, la verdad es que por suerte hasta ahora no me ha pasado. Trabajo con mucha confianza con los músicos y el proceso de creación suele darse de forma colectiva. En casos como el de Paco de Lucía, por ejemplo, no hay nada que hacer. Llega con unas cosas maravillosas que no requieren ningún tipo de observación, lo único que se te ocurre es arrodillarte y hacer la señal (hace el gesto de persignarse) (Risas). Por lo general, cuanto más gordo es el artista, más trabajador es y más fácil te pone las cosas.

Cómo llegas al oficio de la producción?
Antes de empezar a producir me dedicaba a componer, tocaba la guitarra, el piano y el oboe. Una vez escuché decir a Woody Allen que una película debe intentar estropear lo menos posible la idea original del guión. Yo ya me daba cuenta de que mis composiciones no siempre llegaban al punto que quería. A veces era peor, otras incluso mejor de lo que había imaginado; eso me hizo reflexionar y me movió a acercarme a los productores que cogían mis temas y observar su trabajo. Al cabo de un tiempo de verles empecé a sacar mis propias conclusiones y a crear lo que en mi opinión es un criterio propio, que tiene que ver con entender qué cosas hubiera quitado, cuáles modificado y así. La verdad es que como no existe una carrera de producción musical y no se estudia para esto... Es más: ¡nadie sabe cómo alguien se transforma en productor! (Risas) Yo busqué por mi cuenta la forma de aprender lo necesario para ponerme al frente de una producción y guiarla con un criterio personal.

Ocupan aún la música y la composición, en el sentido del ejercicio de las mismas, el mismo lugar en tu vida?
Siempre, todos los días estoy con músicas dándome vueltas a la cabeza, no creo que pasen más de tres días sin que saque una idea de melodía o de letra. Creo que aunque lo de la producción demanda mucho tiempo, a la vez abre muchas puertas y te ofrece posibilidades de aprendizaje ilimitadas. Producir no es, en absoluto, incompatible con trabajar en la composición.

Concha Buika y Javier Limón en directo en el
programa de Buenafuente (2010)
En los últimos años tus producciones, centradas principalmente en el flamenco, te han hecho compartir largas horas con enormes artistas como Paco de Lucía, Enrique y Estrella Morente, El Cigala, Niño Josele, El Potito, etc., además de otros procedentes del rock, el jazz y otras músicas: Andrés Calamaro, Luz Casal, Bebo Valdés, Jerry González o Rosa Passos. Con quién ha sido difícil trabajar y con quién fácil?
Hombre, difícil no sé, creo que con ninguno. Desde luego, el artista con el que más fácil se trabaja es Bebo (Valdés). Él es un gran caballero, una persona muy fácil, sin complicaciones para nada, además de un pedazo de artista, claro. Escucharle hablar es algo magnífico, como escuchar hablar a Salomón (risas), es historia de la música viva. Con Paco (de Lucía) ocurre algo parecido, es un hombre sereno, muy reflexivo y cada palabra suya entraña una enseñanza, un consejo. Trabajar con ellos es un verdadero placer.

Háblanos de Casa Limón y su primer producto, el disco Limón.
Casa Limón es una colección de discos que empieza de la manera más sencilla y humilde posible y que pretende ofrecer productos de una sofisticada calidad musical. Hay toda una corriente de músicas populares que vino desde Latinoamérica, un poco impulsada por compositores como Piazzolla en Argentina, Jobim en Brasil, Afrocuba en la isla, etc., que aboga por una tendencia al desarrollo del género popular, que es lo que por ejemplo hizo Paco aquí con el flamenco. La idea es acuñar un concepto sonoro donde la componente humana, lo orgánico, sumado al sonido acústico, constituyan el eje temático. Con respecto al disco Limón, es un CD de colaboraciones que curiosamente no nace como un disco de colaboraciones ni como un disco de presentación. Es simplemente un disco mío de música propia. Como si se tratara de una película donde para cada pequeña escena tuve la suerte de llamar al actor ideal. Y es algo alucinante, porque lo mejor de la aventura es que todos ellos aceptaron participar en el proyecto poniendo de sí lo mejor.

Dónde te gustaría ver al flamenco dentro de 100 años?
Me haría mucha ilusión contribuir, desde esta visión propia de la producción, a que el flamenco sea considerado un género con suficiente vocabulario como para expresar a través de él músicas de orígenes diversos. El día en que se considere al flamenco como al jazz, por ejemplo, habremos dado uno de los pasos más importantes.

Javier Limón y Paco de Lucía durante la producción de
Cositas Buenas (2004)
A qué productor consideras una referencia?
Bueno, Paco de Lucía es y será el mejor productor de flamenco. Y no hablo ya como guitarrista ni como compositor porque ni falta que hace, pero él introdujo el cajón, la flauta, el saxo, el bajo, la grabación por pistas, el composite de voz, en fin. Luego, los mejores productores que yo conozco no son reconocidos como productores: Fernando Trueba, Antonio Carlos Jobim, Frank Sinatra, Miles Davis, Bill Evans, Jaco Pastorius y así un largo etcétera, tienen o tuvieron un criterio artístico digno de grandes productores musicales.

Con qué artista de los que no has trabajado te gustaría hacer un disco?
(Hace una pausa y con total seguridad se lanza a la respuesta) Con Richard Bona, un bajista camerunés que actualmente trabaja en el grupo de Pat Metheny; ¿ves? Otro caso de un músico con criterios de productor tremendos. También con el guitarrista de jazz argentino Luis Salinas, con quien en breve comenzaremos a trabajar.

Si te ha interesado esta entrevista, te invitamos a ver el programa de Javier en Televisión Española.